Para acceder a la cubierta tuvimos que subir por una larga escalera vertical, pero de riesgo limitado.
Una vez arriba, la cosa se puso mucho más fácil, solo teníamos que empezar a buscar los pollos.
Sin embargo, estos parecían no querer dejarse coger, corrían o se escondían debajo de las máquinas de aire acondicionado.
Pero no todo iba a resultar tan fácil... Cuando ya pensábamos que habíamos terminado, aparecieron un par de pollos más en un tejado a dos aguas que estaban en la zona central. ¡Y uno de ellos se fue a la esquina!
Y allí que se fue Andrés a ver si conseguía capturarlo...
Y con su habilidad habitual, ¡Lo consiguió!
A la mañana siguiente Miguel Angel volvió para anillar otros dos pollos que estaban en otro edificio perteneciente al Centro, por lo que al final han sido 20 los ejemplares anillados, por segundo año consecutivo el lugar donde se han marcado más pollos.
No quiero terminar la entrada sin antes agradecer públicamente al Jefe de Estudios, profesores y conserjes del Instituto, que por segundo año nos han facilitado el acceso al mismo.
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