Allí lo descubrieron Miguel Angel y Andrea un 10 de julio de 2013, le pusieron la anilla y lo liberaron esperando que fuese lo suficientemente fuerte para salir adelante. Al menos, las clases habían terminado y el Instituto se encontraba vacío, lo que le permitiría afrontar el futuro con un mínimo de posibilidades.
Pasó el tiempo y lo volvimos a ver. El 24 de noviembre estábamos comiendo en el Parque del
Mediterráneo, y mi hijo cogió los restos de pan que quedaban en la mesa para
echárselo a las gaviotas. En unos minutos apareció entusiasmado: ¡Papá! ¡Una
gaviota anillada! Cogí los prismáticos y leímos su anilla, ¡TX había
sobrevivido a su primera etapa en el nido! Estaba allí, peleando con otras por
conseguir los trozos de pan que Joaquín les estaba lanzando. Nos pusimos muy
contentos.
En las semanas siguientes volvimos al Parque, y
comprobamos que algo no iba bien: TX apenas podía levantarse unos
centímetros del suelo, había perdido varias plumas de las alas y no podía
volar. ¡Pobre! ¡La situación volvía a ser muy delicada!
TX sobrevivía como podía comiendo los restos de los
restaurantes de los alrededores, pero cada semana que pasaba se encontraba más
delgada. La última vez que la vimos fue
el 30 de marzo, justo antes del inicio
de la temporada de baño, escondiéndose entre las rocas de la escollera del
Parque. ¡Estaba en los huesos! Con la cantidad de visitantes que a partir de
ese día iba a recibir el lugar más turístico de nuestra ciudad, el futuro no pintaba bien para nuestra amiga.
Pasaron tres meses y TX volvió a dar señales de vida, a
mediados de julio se la vio en el Parque y seguía sin poder volar. Parecía que su
problema no iba a tener remedio...
Hasta que pocos días después ¡Apareció en la Playa de la
Ribera! En agosto se la vio también en el Chorrillo, ¡TX había conseguido alzar el vuelo! Ahora podría desenvolverse en igualdad de condiciones.
Superado su primer y tortuoso año de vida, volvió a desaparecer por unos meses, sin que nadie supiera si había conseguido adaptarse a su nueva vida, a pesar de haber recuperado su capacidad para el vuelo. Pero la incertidumbre se despejó hace unos días. ¡TX había vuelto! Se dejó ver primero por la Playa del Chorrillo y luego la encontramos de nuevo en los alrededores del Parque.
Sin duda, TX es un ejemplo de supervivencia. Es difícil comprender como un ave que, durante siete meses, es incapaz de volar, puede competir con cientos de sus semejantes para conseguir el alimento. ¿De donde habrá sacado las fuerzas para seguir viva? Enorme instinto de supervivencia el de esta especie que resiste en situaciones límite y es capaz de superar las más increíbles adversidades. ¡Suerte en la vida, TX! ¡Te lo mereces!
Uma verdadeira história de sobrevivência, muito bem documentada. Obrigado pela partilha Caribes!
ResponderEliminarSaludos
O que não é publicado, não existem! E "TX" merece ser conhecido.
EliminarSaludos