lunes, 17 de septiembre de 2018

JBEL MOUSSA, ISLOTE PEREJIL

   A pesar de que el domingo amaneció nublado, abrir los ojos y ver delante tuya el Jbel Moussa, y en el horizonte el Estrecho de Gibraltar es una experiencia única, seguramente una de las vistas más bonitas del mundo. Las nubes y el terreno seco propio del fin del verano no hacen justicia a la belleza del lugar, por eso os pongo dos fotos de ahora y otras dos del mes de febrero, mucho más vistosas y en un día claro más agradecido.
   Aquí tenéis las vistas del Estrecho desde el patio del Jbel Moussa Lodge.

25/02/2018

   Y estas del propio Jbel Moussa...

25/02/2018

  Y aquí estoy yo recién levantado disfrutando del fresco de la mañana el domingo 8 de septiembre...¿Te puedes despertar en un lugar más bonito que este?

09/09/2018

09/09/2018

   La primera actividad que teníamos prevista era la liberación de un Buitre leonado que había sido recuperado por Rachid, pero como todo lo que habíamos planeado ese fin de de semana, se tuvo que aplazar porque el cielo nublado y la ausencia de térmicas no eran el mejor escenario para que el buitre reiniciara sus vuelos. Nos tuvimos que conformar con hacerle unas fotos de recuerdo. ¡Impresionante verlo de cerca!





   La segunda actividad de la mañana era visitar el Pantano de Oued Rmel, que se encuentra en el valle que desemboca en el Puerto de Tanger Med, pero la realización de unas obras en la carretera de acceso nos impidió llegar al mismo... ¡Menudo gafe!

   Nos acercamos a Oued El Mersa y en la playa no había una sola gaviota... La cosa pintaba fatal, en la otra orilla el tiempo estaba lluvioso y las planeadoras no parecían decidirse a cruzar el Estrecho. Gastadas casi todas las balas del cartucho, decidimos que era el momento de pasar al último objetivo del fin de semana: la excursión al Islote de Perejil.

   Para llegar al sendero que lleva hasta el islote hay que coger la vertiente este del Jbel Moussa, la que da a Ceuta, y atravesar la otrora aldea de Belyounech, hoy convertida en una población turística con sus calles llenas de visitantes procedentes de otros lugares de Marruecos.

   Pero antes de iniciar la empinada bajada, Rachid nos quiso llevar al futuro Centro de Recuperación de Buitres, que será dirigido por él, y que entrará en funcionamiento en 2019. Actualmente ya se ha terminado la cimentación y estructura del mismo.

Aquí se situará la zona de recuperación.

Esto será lo que verán los buitres, desde su pajarera.


   Con el ánimo renovado afrontamos la última y, a la postre, más productiva parte de nuestro viaje. Nos enfrentamos a un sendero pedregoso, apenas definido, con continuas subidas y bajadas y que va bordeando el filo del barranco que da al mar. Un paisaje espectacular, donde si miras hacia un lado te encuentras con una mole caliza de 840 metros de altitud (el Jbel Moussa), y si miras hacia el otro ves la orilla del mar. Como podéis observar en las fotos, en estas zonas todavía existen arrieros que, a lomo de sus mulos y asnos, se dedican a llevar materiales a las aldeas que se encuentran en el camino.






  Como podéis ver, a veces el camino brillaba por su ausencia...





   Además de las maravillosas vistas, en los primeros compases del recorrido, cuando todavía no se había despejado el día, un par de enormes siluetas se intuían en lo más alto de la montaña, casi con toda seguridad se trataba de la pareja de Águilas reales que habitan por el Moussa.

   Poco a poco el día se iba animando, el cielo se abrió un poco y empezaron a llegar abejeros. Primeros varios grupos de entre diez o veinte ejemplares, para ir incrementando el número poco a poco hasta que el cielo se cubrió totalmente de ellos. Más de un millar pasaron en breve espacio de tiempo por encima de nuestras cabezas.




    También pasaron algunos Milanos negros y casi un centenar de Aguilas calzadas.



   Entre las rocas que bordeaban el camino, pudimos observar más de diez Collalbas negras y un precioso Roquero solitario.

Collalba negra (macho)

Pareja de collalbas (macho y hembra)

Roquero solitario
   
   Al llegar a la altura del Islote de Perejil decidimos hacer una parada técnica para comernos unos bocadillos y entretenernos viendo llegar a los abejeros. Aprovechamos para hacer la foto de grupo.





   Después de las fotos y de reponer fuerzas, retomamos el camino de vuelta dando por buenas todas las inclemencias sufridas en las tres primeras partes de nuestro viaje, porque solo por esta excursión  ya había merecido la pena hacer el mismo. Nuevas subidas y bajadas, más Collalbas negras y multitud de rapaces nos acompañaron en nuestro retorno, sudorosos por el calor que por fin había empezado a apretar pero felices por la bonita experiencia.




     En fin, otro gran fin de semana de pajareo y convivencia que nos ha descubierto un nuevo rincón de la Península Tingitana, sin duda un maravilloso lugar que todos debéis visitar. ¡Seguiremos descubriendo sus secretos!













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